Vivimos saturados de constantes noticias sobre el medio ambiente. El cambio climático y sus “catástrofes”. Pareciera que se vuelva moda hablar del tema. Sin embargo, estamos planteando mal las cosas desde el comienzo. Nuestra forma de vivir debería ser distinta tan sólo por el simple hecho de que tendríamos que plantearla de distinto modo: a partir del respeto. ¿Respeto a qué? Respeto por la naturaleza. Respeto al entorno en que vivimos. Respeto para con los demás. Respeto por nuestro hogar. En fin, respeto.

 Esto puede causar confusión: el respeto se puede corresponder con una forma de dominio totalitario por parte del que lo reciba asemejándose a una autoridad propia de la milicia, pero no es así. Quiero mostrar el otro lado. El respeto significa sencillez frente a la naturaleza, es darle un valor, una importancia que parecería no tener cuando camino por las calles de mi sucia ciudad.

  Antes de pensar en los desastres, replanteemos el cuidar nuestro entorno por el simple hecho de ser el lugar en el que habitamos, no porque creamos que vaya a desaparecer. ¡Tenemos infinitas razones para hacerlo! El cuidado de nuestro hogar y una cultura ecológica obedece a una necesidad de encontrar la verdadera esencia de nuestro ser. El amor a la naturaleza permite mantener lazos más sagrados con nuestro entorno natural. La profundización de estas ideas en la propia experiencia futura nos arrastra a cambiar nuestra forma de vivir.

 Tenemos que darnos cuenta que no somos más que naturaleza, y es por esa misma razón que tenemos que asumir un profundo respeto para con nosotros y el mundo, sin caer en cuestiones trágicas ni miradas amarillistas sobre el tema. Después de todo, sabemos que es nuestro único hogar y lo debemos atender como tal.

 Me pregunto porque no se puede ver a la naturaleza como a uno mismo, más allá de ser el lugar donde transitamos por la vida, sino que sea el lugar donde vivimos. El lugar en el cual nos formamos como somos y que sin ese equilibrio tan perfecto que alberga entre todos los seres el resultado sería distinto. Mi duda radica en que es lo que conlleva a no poder aceptar que no somos un ser superior sino que somos uno más, por no decir insignificante frente a tales dimensiones pero igualmente esenciales como todos los elementos con los que convivimos. Nuestra obligación como seres humanos es poder encontrar ese equilibrio.

 Comprendiendo que a partir de nuestros cambios las cosas pueden ser diferentes, podemos percibir que a partir de nosotros mismos se puede distribuir el respeto frente a toda la sociedad y, entender al fin, que en ese principio radica el comienzo de un nuevo mundo, en el que la naturaleza sea el fiel reflejo del ser humano.



Giuliana Sordo - Ecoclub Capital 

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"Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo". Eduardo Galeano.